En el marco de la emergencia sanitaria por COVID-19, las ventas de la industria se han visto disminuidas hasta en un 30 %; no obstante, esto no ha sido un impedimento para seguir innovando.
Existe un incremento en el control en la cadena de abastecimiento, debido a que es un punto vulnerable de contagio.
Quito, septiembre de 2020.- La seguridad alimentaria y la inocuidad siempre han sido un pilar esencial para que los diferentes productos que llegan a los consumidores garanticen altos estándares de calidad. Por consiguiente, y debido a la exposición de la leche como producto perecible, la Industria Láctea ha invertido en técnicas e infraestructura para innovar, día con día, estos aspectos tan importantes en el desarrollo de productos de alta calidad con precios razonables.
La pandemia por COVID-19 ha golpeado muy fuerte en todo el mundo y los casos confirmados siguen aumentando. En Ecuador, más de 100 mil personas han sido contagiadas y el miedo se apodera de distintos trabajadores que no pueden adaptarse a la modalidad de teletrabajo. En ese sentido, la Industria láctea ha invertido en equipos de protección personal, pruebas rápidas y PCR y controles de salud permanentes para garantizar estabilidad emocional para sus trabajadores al volver a casa con sus familias y, al mismo tiempo, cuidar la salud de los consumidores y de todos los integrantes de la cadena.
Distintos sectores estratégicos como el turismo se han visto afectados severamente por el coronavirus. Uno de los nichos más amplios que tenía el comercio de los productos lácteos eran hoteles, cafeterías y restaurantes, los cuales se vieron obligados a cerrar puertas por más de dos meses o incluso de modo definitivo. La Industria Láctea, responsable con los pedidos y voluntad de sus clientes, ha implementado nuevos métodos de venta. El servicio puerta a puerta se ha impuesto en diferentes marcas y los resultados han sido favorables.
Debido a la situación económica del país existe un superávit de litros de leche en comparación al déficit de consumo que hay por parte de la ciudadanía. Esto recae en la informalidad en cuanto a ventas se refiere, afectando, de manera frontal, a los pequeños productores que se ven forzados a bajar precios oficiales para no perder su venta o desperdiciar su producto.
Más de un millón de personas trabajan, directa o indirectamente, en las diferentes áreas del sector lechero. En consecuencia, el aporte de esta industria al músculo económico del país es clave. La Industria Láctea busca estabilizar sus ventas para así aportar positivamente a la recuperación en la economía nacional.
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